Capacitismo: la discriminación oculta
Definiendo al Capacitismo
Dentro de las diversas formas de discriminación, uno de los tipos menos discutidos pero igualmente perniciosos es el capacitismo, el cual es un sistema de creencias, actitudes y discursos que infravalora a la persona en situación de discapacidad, afectando profundamente su autoestima, perpetuando estereotipos y prejuicios negativos, dificultándole la inserción educativa y laboral, resultando persistente la exclusión social y negándole igualdad de derechos y oportunidades.
Manifestaciones del Capacitismo
El capacitismo se manifiesta desde el nivel individual hasta el social. En el ámbito personal, puede incluir actitudes condescendientes, miradas de lástima y comentarios despectivos desde el entorno o desde la propia persona hacia su discapacidad. A nivel institucional, se traduce en la falta de infraestructuras accesibles, la discriminación en el empleo y la ausencia de servicios de salud y educación adaptados. En sociedad, el capacitismo puede expresarse como prejuicios y estereotipos. Además, el capacitismo es una discriminación dual, donde por un lado se inspecciona fuertemente las deficiencias y límites que el entorno percibe que tiene la persona en situación de discapacidad y en el otro extremo, por el contrario, exacerba y romantiza el imaginario social de realización, superación y exitismo, un positivismo tóxico donde prima “el querer es poder”, dejando de lado la singularidad de la persona y sus necesidades de apoyo.
Algunos ejemplos de capacitismo:
- Estereotipos y prejuicios: Las personas con discapacidad a menudo son objeto de estereotipos negativos y prejuicios, por lo que se les puede percibir como personas dependientes o incapaces, lo que limita las oportunidades de empleo, la interacción social positiva, la autonomía y la garantía de derechos.
- Discriminación laboral: Las personas con discapacidad pueden ser pasadas por alto para ascensos o incluso despedidas debido a percepciones erróneas sobre su capacidad para realizar ciertas tareas, a pesar de estar calificadas y capacitadas en igual o mayor medida que sus colegas.
- Bullying y/o acoso: las personas con discapacidad son más propensas a ser víctimas de acoso escolar y ciberacoso. Los estereotipos y la falta de comprensión pueden llevar a burlas, insultos y aislamiento social.
- Falta de representación en los medios y cultura popular: Las personas con discapacidad a menudo están subrepresentadas en los medios de comunicación. Cuando se les representa, a menudo se perpetúan estereotipos vetustos, lo que refuerza actitudes capacitistas en la sociedad. Nuevamente se presentan los dos extremos, personas sin autonomía y derechos, o historias de superación estadísticamente improbables.
- Comentarios y miradas condescendientes: Las personas con discapacidad pueden enfrentar comentarios condescendientes y actitudes de lástima, lo que refuerza la idea de que son personas dignas de compasión o admiración, en lugar de individuos capaces y autónomos.
- Falta de comprensión de las discapacidades dinámicas: las discapacidades que fluctúan en el tiempo en cantidad y tipo de apoyos necesarios son objetos de un escrutinio constante. Ante la premisa “si antes podías por qué ahora no?” violentan y descalifican a la persona llevándola muchas veces a sobreesforzarse para evitar ese tipo de comentarios peyorativos, con un costo altísimo a nivel psicoemocional y físico.
- Desafíos en el acceso a la salud: las personas con discapacidad pueden enfrentar desafíos en el acceso a servicios de salud adecuados debido a la falta de instalaciones y personal capacitado para atender sus necesidades específicas. La falta de actualización de muchos profesionales revictimiza, invalida y violenta los derechos de las personas con discapacidad en un ámbito de extrema vulnerabilidad como pueden resultar las consultas médicas.
- Medicalización excesiva: muchas veces, sobre todo en las condiciones de neurodivergencia, las diferencias del neurodesarrollo se ven como trastornos que deben ser “corregidos” o “tratados” en lugar de ser aceptados como variaciones naturales de la neurodiversidad humana. Esto puede llevar a una medicalización excesiva en las diferentes condiciones (Autismo, TDAH, etc.).
El Capacitismo Interno y el Síndrome del Impostor
El capacitismo tiene un gran impacto en la vida de las personas con discapacidad. No sólo limita sus oportunidades educativas y laborales, sino que afecta enormemente su autoestima y confianza, lo cual contribuye a un aumento de la exclusión social, perpetuando la desigualdad y la marginación, e incluso empuja a la persona a no solicitar apoyos y ajustes que requiere. EL capacitismo interno hace referencia a la aceptación y creencia por parte de las personas con discapacidad de las actitudes y estereotipos capacitistas que prevalecen en la sociedad al punto de comenzar a creer y a internalizar los mensajes negativos, descalificativos e invalidantes que la sociedad les envía sobre sus capacidades y valía. Este fenómeno puede ser sutil pero tiene un impacto profundo en la autoestima, la autoimagen y potenciales comorbilidades psiquiátricas (depresión, trastorno generalizado de ansiedad, ideación suicida, etc.) de las personas con discapacidad. Existe una relación entre el capacitismo interno y el Síndrome del Impostor, donde la propia imagen del individuo se ve completamente distorsionada respecto a la realidad como resultado de un sinfín de vivencias que han deformado y reforzado negativamente el escenario de la persona con discapacidad. Esto puede reflejarse en una infravaloración persistente hacia uno mismo, o por el contrario, que la persona no sienta que es lo “suficientemente” discapacitada para requerir apoyos y ajustes razonables respecto a su condición, y que constantemente sienta que es un fraude.
Ejemplos de Capacitismo Interno:
- Bajo autoconcepto: las personas con discapacidad pueden internalizar la idea de que son menos valiosas o dignas de amor y respeto debido a sus discapacidades, lo que lleva a una baja autoestima.
- Autolimitación: pueden comenzar a limitarse a sí mismas, creyendo que no son capaces de alcanzar ciertos objetivos debido a su discapacidad, incluso cuando podrían hacerlo con ajustes adecuados.
- Negación de ayuda: algunas personas con discapacidad internalizan la idea de que pedir ayuda o utilizar dispositivos de asistencia es una muestra de debilidad, lo que puede llevar a que eviten buscar el apoyo que realmente necesitan.
- Autocrítica excesiva: pueden ser demasiado críticas consigo mismas, centrándose en sus limitaciones en lugar de reconocer y celebrar sus habilidades, fortalezas y logros.
- Aislamiento social: el capacitismo interno puede llevar a la creencia de que no son dignos vínculos, lo que puede resultar en aislamiento social y falta de conexiones significativas.
- Resistencia a la participación social: Al internalizar el estigma, algunas personas con discapacidad pueden evitar participar en actividades sociales o profesionales, limitando sus oportunidades de crecimiento personal y profesional.
- Falta de defensa propia: Pueden tener dificultades para defender sus derechos y necesidades debido a la creencia internalizada de que no merecen igualdad de oportunidades y tratamiento justo.
El Capacitismo en la consulta
El capacitismo también se manifiesta en el ámbito de la consulta, especialmente en el campo de la salud mental y las condiciones de neurodesarrollo.
- Estigmatización de diagnósticos: los diagnósticos, sobre todo los de condiciones de salud mental o neurodesarrollo, pueden llevar a la discriminación social y laboral, ya que las personas pueden ser vistas como menos capaces o inestables debido a su condición. Asimismo, la desestigmatización subjetiva al considerar un diagnóstico como una etiqueta y que esta limita o tiene un impacto negativo en el individuo, puede llevar a un sesgo de comunicación de la condición, sus desafíos y fortalezas, así como garantizar los derechos de la persona y la familia que consulta. La información actualizada y asertiva es un derecho.
- Medicalización excesiva: (ver arriba)
- Falta de diagnósticos en mujeres y disidencias: Las mujeres y las disidencias a menudo enfrentan desafíos adicionales para obtener diagnósticos precisos, ya que los síntomas pueden ser malinterpretados o pasados por alto. Esto puede llevar a una falta de acceso a tratamientos y apoyos necesarios. Por ejemplo, las personas autistas asignadas femeninas al nacer a menudo reciben diagnósticos más tarde en comparación con las personas asignadas masculinas. Esto se debe a la falta de reconocimiento de las presentaciones autistas en las mujeres y disidencias, lo que puede llevar a una falta de apoyo durante la infancia y la adolescencia.
- Diagnósticos diferenciales en función de la etnicidad y cultura: los diagnósticos a menudo se hacen desde una perspectiva culturalmente específica, lo que puede llevar a la sobrepatologización de ciertos comportamientos y experiencias en comunidades étnicas. Las normas culturales pueden influir significativamente en cómo se interpreta el comportamiento y se realiza el diagnóstico.
- Falta de consideración de las experiencias traumáticas y de las comorbilidades: las personas que han experimentado traumas a menudo pueden manifestar síntomas que son interpretados como indicativos de trastornos mentales sin tener en cuenta el contexto traumático. La falta de reconocimiento del trauma puede llevar a un diagnóstico incorrecto y a un tratamiento inadecuado. Asimismo, el enfocarse en comorbilidades considerándolas la fuente y no el emergente de condiciones subyacentes puede derivar en abordajes inapropiados.
- Invalidación de la experiencia y vivencias del paciente: al igual que con la estigmatización, existe en este ámbito una fuerte subjetividad, donde las experiencias y necesidades relatadas por la persona son tratadas con condescendencia, por ejemplo, “para que querés el diagnóstico si …hasta acá pudiste con tu vida… tenes amigos, trabajo, y familia… etc.?”
- Desactualización y falta de derivación: el capacitismo también puede verse reflejado en la consulta cuando se siguen utilizando conocimientos laxos sobre una temática y no hubo una actualización constante del profesional en esa temática. En la praxis, es imposible estar actualizado de todas las condiciones, terapias, abordajes, medicaciones, etc., es por ello, que una derivación a un profesional especializado y actualizado es imperativa. Lejos está de ser un gap en la práctica del profesional, sino todo lo contrario, conocer nuestros conocimientos y las limitaciones que tenemos y realizar una derivación oportuna, no solo puede mejorar la diagnosis y pronóstico del paciente, sino que tiene un impacto inmediato en su calidad de vida.
Para abordar el capacitismo en el ámbito de los diagnósticos, es crucial adoptar un enfoque sensible respecto al género, a la cultura y a las vivencias. Los profesionales de la salud deben capacitarse sobre las diversas formas en que las condiciones de salud mental y neurobiológicas pueden manifestarse en diferentes grupos demográficos. Además, es esencial cuestionar y desafiar los estigmas y estereotipos asociados con los diagnósticos para garantizar un tratamiento y apoyo adecuados para todas las personas.